Mi vida secreta en San Mamés (III)

Homenaje a los soldados desconocidos
Descubierto el mito, hay que descubrir la realidad. Vale, ya tienes tu ángel de la guarda (cómo han cambiado los tiermpos, para algunos es Mourinho), pero la infantería es al final la que toma las calles, la que te permite cantar con Pablo Milanés que pisarás "las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado". Y nadie en Bilbao ha rendido el tributo merecedido a los soldados desconocidos de esta guerra incruenta. Cuando mi padre se fue haciendo mayor se fue alejando del fútbol: nunca supe si fue por una cuestión económica o por aburrimiento. Preferí pensar que fue lo segundo, porque en casa no faltaba de comer ni en su empresa de trabajar. Yo creo que le entró la melancolía de cuando la afición del Deusto le llamaba Zarrita, en alusión a Zarra, porque tenía el mismo porte, el mismo remate y las mismas entradas. Pero la guerra le segó la carrera y le dejó un balazo en la pierna, y el Indautxu, que era su destino primigenio, y la antesala de la noticia, es decir el Athletic, se fundió como el cobre, a fuego lento, nunca mejor dicho.

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