No se iba a ver al Athletic, sino a @8JulenGuerrero

Julen Guerrero, la historia triste de un hombre feliz 
La historia de un hombre feliz puede ser una historia triste. Cuando un relato trasciende al individuo que lo protagoniza, ya no es sólo una historia, sino varias. Por una parte la historia de sí mismo para el hombre feliz. Por otra la historia de lo que representa ese hombre más allá de él. Con Julen Guerrero pasa algo así. Hay personas que ven brotar, crecer y florecer el sueño más enraizado en lo profundo de su identidad, y a cuya sombra pueden recostarse el resto de sus días. La sensación, todo el mundo puede imaginarlo, ha de ser inconmensurable, dominadora de todo el tiempo de la vida. ¿Cuántos niños no habrán soñado con ser jugadores profesionales de fútbol, con vestir la camiseta del equipo de sus amores, convertirse en ídolos de su pueblo? ¿Cuántos adultos no siguen fantaseando con ese sueño imposible? Julen Guerrero, vizcaíno, del Athletic Club de Bilbao, consiguió eso. Su historia es conocida, la del mayor fenómeno mediático del fútbol moderno español. Vestido con la camiseta del Athletic desde la cuna, integrado en la cantera de Lezama desde los 8 años y leyenda de fenomenal promesa categoría a categoría hasta su debut en Primera División la temporada 92-93, con solo 18 años y una carita de no haber roto un plato que pobló las portadas deportivas y todas las carpetas adolescentes en los años sucesivos.

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