Mi vida secreta en San Mamés (I)

El Dunfermline, Harriot y Fidel Uriarte
Yo nací en San Mamés cuando tenía nueve años y medio. A diferencia de Gila, yo no nací solo, ni me chilló la portera por no avisar a nadie. A mi lado estaba mi padre, porque mi madre se había quedado en casa, y por aquella pradera verde transitaba el Athletic, de quien ya sabía antes de nacer, y unos tipos raros, altos, fuertes, rubios y morenos, sobre todo rubios y blanquitos de piel, que corrían como diablos. "Que se desmarcaban bien", oía decir a los que estaban a mi lado en la general numerada de San Mamés, que eran tres filas de asiento donde me colaban porque como acababa de nacer y solo tenía nueve años y medio cabía entre un gordo simpático que fumaba puros y un hombre serio que de vez en cuando le decía no se qué al árbitro, que era un tipo que no jugaba con ninguno de los dos equipos. Oí decir a los amigos de mi padre que aquel equipo de fortachones era el Dunfermline y que eran escoceses. Como si me dijeran misa. Para mí eran ingleses, porque inglés era todo el extranjero en Bilbao, como el extranjero en San Sebastián era Francia.

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